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Errores y aciertos en el almacenamiento de energía en México Para tener un buen sistema de almacenamiento, hay que calcular qué se necesita, quién lo manejará, qué dimensiones tendrá, entre muchos otros aspectos que no pueden ser tomados a la ligera

Conforme pasa el tiempo, la idea de almacenar energía adquiere mayor atractivo para las empresas. Las ventajas se vuelven evidentes, en especial los importantes ahorros (de hasta un 40%) ante las horas más demandadas en la red eléctrica nacional.

Sin embargo, hay que entender que, para explotar estos avances, hay que tener personal capacitado, ya que ante la inexperiencia, se pueden tener problemas con la complejidad del diseño, la instalación o la operación de sistemas. Las baterías tienen que contar con criterios concretos que deben ser examinados, su complejidad no es un juego.

El primer paso es elegir la aplicación y el diseño del sistema correctos: que se adapten a las necesidades
de la empresa

De acuerdo con Alejandro Fajer, director de operaciones en Quartux México, empresa dedicada a instalar sistemas de baterías de litio con un software inteligente, las baterías pueden “proporcionar simultáneamente muchas aplicaciones” para diversas industrias, que van desde la calidad de la energía hasta el soporte de la red o el cambio de la carga.

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Por ello, dijo, una de las primeras preguntas que se debe hacer es ¿para qué se necesita el sistema de almacenamiento? Se debe hacer una valoración del sistema para encontrar “los flujos de ingresos máximos o los beneficios operativos y asociarlos con las aplicaciones de almacenamiento adecuadas”.

También hay que encontrar el diseño óptimo de todos los componentes de un sistema de energía integrado, siempre pensando en la inversión mínima que brinde una vida útil larga y de buen impacto al equipo.

Esto no se puede emprender sin tener un conocimiento profundo de la tecnología de las baterías, incluyendo los sistemas de control, los materiales, características técnicas, garantías, pautas de seguridad, certificaciones y compatibilidad con otros activos de generación en sitio, tales como plantas solares o generadores diésel.

“Una tecnología de baterías no será la misma para todas las aplicaciones”, señaló Fajer.

“Hay que encontrar las dimensiones exactas del sistema con mayor beneficio económico y operativo para optimizar la inversión, sin sobredimensionar y sin tener capacidad sin utilizar”. Es fundamental contemplar quién manejará el equipo y qué decisiones tomará.

El otro gran paso es la optimización y aprovechamiento de la capacidad de almacenamiento. “Eso ayuda a un mejor retorno de la inversión y reduce el riesgo de que el sistema sufra un rendimiento bajo o una falla. Así se brinda al cliente un sistema flexible que aprovecha las múltiples fuentes de ingresos al reaccionar a las variables de la red en tiempo real, decidiendo cuándo y cómo cargar y descargar la batería”.

La siguiente pregunta es qué cantidad de energía se requiere para cumplir con los objetivos económicos del proyecto. Para esto se tiene que considerar la degradación a lo largo de un ciclo de vida. Por eso hay que monitorear este deterioro y el balanceo de las celdas.

Las baterías deben ser monitoreadas (porque son afectadas por la temperatura, presión y humedad). Esta información es crítica para una operación segura y confiable, sobre todo ante posibles reclamos de garantía, repotenciación y alargamiento de la vida útil del sistema.

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“Es necesario considerar de antemano la edición de nueva capacidad, dadas las necesidades especiales, los planes técnicos y de ingeniería; además, se tiene que agregar nueva tecnología al sistema de almacenamiento para alargar el ciclo de vida del proyecto y aumentar el rendimiento económico”, agregó.

Otro punto que es fundamental para la inversión en tecnología de almacenamiento es que se cuente con que estos tienen un ciclo de vida: en algún punto, tendrá que ser desmantelado y reciclado con una planificación anticipada para reducir la huella de carbono y obtener más ingresos.

Para Fajer, la inclusión de un diseño de caso de uso específico y un control de software inteligente con “estrategias de despacho a largo plazo (contemplando el ciclo de vida de la batería operativa)” evitará la degradación, mejorará el funcionamiento y alargará la batería de una forma responsable y eficiente para el cliente, el planeta y la inversión que se ha puesto en ella.

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